La industria de la moda es una de las más grandes y lucrativas del mundo, con un mercado global valorado en aproximadamente 1,9 billones de dólares, según Juan Fernando Loaiza, investigador económico de Inexmoda.
Esta cifra sitúa al sector de la moda como una de las industrias de bienes de consumo más importantes a nivel mundial, solo superada por la industria de los alimentos empacados.
En este contexto, la industria sigue siendo un motor de generación de empleo y riqueza global, aunque enfrenta múltiples desafíos tanto a nivel económico como ambiental.
La sostenibilidad económica de la industria
La moda global está marcada por un modelo de producción masiva y un comercio internacional de textiles y confecciones que superó los 940 000 millones de dólares en los últimos años.
Este impresionante flujo económico demuestra la sostenibilidad económica del sector, que genera riquezas personales a nivel global. Sin embargo, a pesar de su tamaño y capacidad de generar empleo, la industria enfrenta una competencia creciente, especialmente en tiempos de inflación y desaceleración económica.
Loaiza señala que, a pesar de los desafíos económicos, modelos de negocio como la “moda rápida” o “fast fashion” han permitido a las marcas ofrecer productos a precios extremadamente bajos, lo que es muy atractivo para los consumidores en tiempos de crisis.
Esto se ha visto con el auge de marcas de “ultrafast fashion”, que aceleran aún más la producción y disminuyen los costos, a veces a costa de las condiciones de trabajo y la sostenibilidad.
Sin embargo, Loaiza advierte que los verdaderos costos de este modelo de negocio los paga el eslabón más débil de la cadena, que son los trabajadores en los países en desarrollo.
El desafío del consumo responsable: El caso de la moda rápida
En este contexto, el investigador de Inexmoda destaca la importancia de que los consumidores se eduquen sobre las implicaciones de su consumo.
“El precio bajo de las prendas de marcas como Shein o Temu puede parecer atractivo, pero detrás de ello hay prácticas que explotan la mano de obra y afectan el medio ambiente”, afirma Loaiza.
Por ello, plantea la necesidad de que los consumidores se conviertan en “expertos” en moda, informándose no solo sobre los estilos o tendencias, sino también sobre los procesos de producción y las implicaciones ambientales y sociales de las materias primas utilizadas.
Loaiza pone como ejemplo la falta de conocimiento general sobre los materiales que componen las prendas de vestir.
Muchos consumidores no saben que el algodón requiere grandes cantidades de agua o que el poliéster puede liberar pequeñas partículas microplásticas al lavarse.
La educación sobre estos aspectos es clave para crear una conciencia más profunda en los consumidores y fomentar la transición hacia un consumo más responsable.
Latinoamérica: Una oportunidad para la moda sostenible
A pesar de la competencia feroz de marcas globales, Loaiza destaca que en Latinoamérica existen grandes oportunidades para las marcas locales comprometidas con la sostenibilidad.
En países como Colombia, dentro de las 20 marcas líderes de la industria de la moda, 12 son colombianas.
Este dato refleja que es posible competir en el mercado global no solo por precio, sino también por diferenciación y sostenibilidad.
Hay marcas colombianas que ya están haciendo la transición hacia modelos de negocio más responsables y sostenibles, lo que les permite competir en términos de calidad, diseño y ética de producción.
Loaiza también señala que Latinoamérica se enfrenta a desafíos relacionados con la subfacturación de productos textiles y el fenómeno del contrabando, lo que afecta la competitividad de las marcas locales en el mercado global.
El investigador enfatiza la importancia de apoyar las marcas locales y las cadenas de suministro más cercanas, que generan empleo local y tienen un menor impacto ambiental.
Un llamado al consumo consciente: más allá del precio bajo
Aunque el acceso fácil a productos a precios bajos puede ser tentador, Loaiza hace un llamado a la reflexión sobre los impactos de este consumo.
“Es crucial que los consumidores dejen de ver la moda como algo accesible solo por el precio y comiencen a valorar la calidad, el origen y la sostenibilidad de los productos que compran”, explica.
En este sentido, la conciencia sobre el consumo responsable es fundamental para fomentar una industria de la moda más ética.
Como ejemplo, Loaiza menciona casos de ciudades en Colombia y Ecuador que han sido creadas en torno a empresas de moda, las cuales han podido proveer servicios públicos y viviendas a las comunidades locales, generando un círculo virtuoso que beneficia tanto a los trabajadores como a la economía local.
F: El Comercio.
Imagen: Referencial de prendas de vestir.