«Saunas en frente.» Éste no es el primer eslogan que me viene a la mente cuando pensamos en ayudar en la guerra en Ucrania.
Se puede entender que Kiev esté pidiendo a sus aliados misiles de largo alcance y aviones de combate F-16. Pero… ¿saunas? Sin embargo, pedir saunas es lo que hicieron los militares ucranianos, dice el cineasta y trabajador humanitario estonio Ilmar Raag, que ha visitado Ucrania con frecuencia.
Ahora, con el apoyo del crowdfunding, Raag está produciendo equipos de sauna móviles cuyo objetivo es servir a cientos de soldados ucranianos. Tienen duchas y lavadoras para uniformes militares y están cuidadosamente camuflados para protegerlos del fuego ruso.
Y si busca una sauna a medida, tiene sentido preguntarle a un estonio. La cultura de la sauna es enorme en el país. Y se trata tanto de mejorar la higiene y la moral como de mantener el calor en las frías noches de invierno.
Los soldados estonios rara vez viajan sin una sauna portátil, incluso durante misiones recientes en el desierto afgano y el Líbano. Se trata de una tradición militar que comenzó hace casi 100 años durante la batalla de Estonia contra los enemigos, cuando el ferrocarril estatal instaló un tren sauna cerca del frente para que las tropas pudieran bañarse y desinfectarse después de pasar semanas en las trincheras.
Raag dice que ha oído hablar de soldados ucranianos que no se han lavado ni quitado las botas durante días o incluso semanas, lo que explica por qué un comandante de primera línea estacionado cerca de Bahmut me dijo en FaceTime que las saunas estonias son un placer.
