Todo el quién es quién de la alta tecnología estadounidense estaba este miércoles en el Capitolio en Washington.
Por primera vez, los grandes pesos pesados del sector, desde el consejero delegado de Tesla Elon Musk al de Meta (Facebook), Mark Zuckerberg, pasando por el líder de Alphabet (Google) Sundar Pichai, y el fundador de Microsoft Bill Gates, comparecían como grupo en el Senado. El motivo, participar con sus sugerencias en una sesión a puerta cerrada sobre una de las cuestiones más candentes del momento: la regulación de la inteligencia artificial. Un objetivo con el que todos están de acuerdo. Las diferencias están en cómo, y hasta qué punto, hacerlo. Algo sí parece claro: no hay muchos entusiastas del modelo europeo.
Que la veintena de ejecutivos, cuyas cuentas de resultados conjuntas superan el PIB de unos cuantos países, acudieran a la convocatoria lanzada por el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, ya apunta a la importancia del asunto. Varios de ellos se han pronunciado en diversas ocasiones en favor de medidas de control para un área sobre la que llueven las inversiones y que ha despertado un enorme interés en toda la sociedad desde el lanzamiento del chatbot ChatGPT hace menos de un año
Schumer aspira a aprobar legislación a lo largo del año próximo —antes de las presidenciales de noviembre, para evitar posibles injerencias de esta tecnología en el proceso electoral— que permita, por un lado, incentivar el rápido desarrollo de la inteligencia artificial y recibir sus beneficios. Y que, por otro, ponga freno a los peligros que plantea este sector antes de que su incorporación plena a la vida diaria sea un hecho consumado. Los legisladores aspiran a controlar riesgos como la injerencia electoral, la difusión de información falsa o el ataque a infraestructuras clave.
F: El País.