Cinco días después del devastador terremoto, los equipos de rescate comienzan a retirarse a Marruecos para dar paso a la ayuda humanitaria.
Asn, al sur de Marrakech, cuenta con uno de los mayores hospitales de combate operativos. Unas 500 personas reciben atención médica cada día. Entre ellos hay muchos niños que están traumatizados por el incidente.
«El techo de mi habitación se cayó, estaba oscuro, llamé a mi padre y a mi madre bajo los escombros», dice con dolor la pequeña Houda. «Escuché a gente buscándome, pensé que era el fin del mundo. Lograron salvarnos a mi madre y a mí, pero mi hermana pequeña y mi padre murieron. No me dijeron de inmediato que habían muerto». El futuro de Marruecos, como el de cualquier país, depende de sus niños, por lo que reconstruir las escuelas parece esencial para un país todavía demasiado perturbado.
