Después de 12 días de incendio en Quilanga, decenas de niños se encuentran sin acceso a la educación presencial, mientras las familias enfrentan incertidumbre y estrés ante un futuro incierto.
El cantón Quilanga, en la provincia de Loja, lleva 12 días sufriendo los estragos de un devastador incendio forestal que ha consumido gran parte de su territorio. Pero más allá de las pérdidas materiales y ambientales, la tragedia ha golpeado con fuerza a la educación de los niños y niñas de la comunidad, quienes desde hace casi dos semanas no pueden asistir a clases presenciales debido a la emergencia.
El denso humo y las cenizas que cubren la zona han obligado a las autoridades a cerrar varias instituciones educativas, incluyendo la Unidad Educativa Miguel Antoliano Salinas y las escuelas Luis Alberto Sotomayor, Manuel Zambrano e Ignacio Alcocer. Estos cierres han dejado a cientos de estudiantes sin un espacio seguro para continuar su educación, interrumpiendo su proceso de aprendizaje en un momento crítico del año escolar.
Para las familias de Quilanga, la situación es alarmante. La falta de acceso a clases presenciales no solo pone en riesgo el desempeño académico de sus hijos, sino que también agrava las desigualdades existentes en la comunidad. En muchos hogares, el acceso a internet y a dispositivos electrónicos es limitado, lo que dificulta la posibilidad de seguir las clases a distancia a través de fichas pedagógicas, la única alternativa que se ha ofrecido hasta ahora.
Además de la interrupción educativa, la emergencia ha generado una profunda preocupación por el bienestar emocional de los estudiantes. Los niños y niñas, que ya estaban enfrentando las dificultades típicas de la vida en una zona rural, ahora deben lidiar con el estrés y la ansiedad que podría provocar el incendio. La constante amenaza de que el fuego se acerque a sus hogares y la incertidumbre sobre cuándo podrán regresar a la escuela han afectado seriamente su estabilidad emocional.
Las familias, por su parte, están desesperadas por soluciones. Mientras intentan proteger a sus hijos del peligro inminente, también buscan maneras de asegurar que no pierdan más días de clases.
Las autoridades de la Coordinación de Educación Zona 7 y del Distrito 11D06 Educación participan en las reuniones del COE cantonal y provincial para analizar y adoptar decisiones responsables para el retorno a la presencialidad. Los docentes mantienen contacto permanente con los estudiantes a través de fichas pedagógicas para garantizar la continuidad educativa. Además, el equipo DECE brinda el apoyo psicológico necesario.
Con el incendio aún activo y la situación lejos de estar bajo control, los habitantes de Quilanga miran al futuro con preocupación. La educación, una de las pocas herramientas que puede ofrecer esperanza y estabilidad a los jóvenes en tiempos de crisis, está en riesgo de convertirse en otra víctima del desastre.
F: La Hora.