Era un fin de semana común para Sara (nombre protegido). Se puso su ropa deportiva, zapatos y bolso. Conectó sus audífonos al celular y puso sus canciones preferidas.
Esperó el bus de la línea 89 cuando atardecía. Llegó, se subió y pagó el pasaje. No se fijó en el conductor. Directamente se sentó a revisar sus pendientes en el celular.
Cuando ya eran un poco más de las 19:00, pasaron por el sector de Sauces 4, en el norte de Guayaquil, y Sara se percató de que estaba cerca su parada. Tocó el botón de la puerta trasera y no se abrió.
F: EL UNIVERSO